Cerda, Martha (2007). Señuelo. Guanajuato: Ediciones La Rana.

En 2007, la escritora Martha Cerda ganó el premio Ibargüengoitia con la novela Señuelo, una pieza breve donde trabaja los temas de la infidelidad y la doble moral, asentando la trama en Guadalajara. El personaje central de la novela es un joven profesionista de nombre Alfonso, quien narra su niñez al lado de una familia tradicional mexicana, donde el padre es una figura ausente y la madre una mujer entregada al hogar, el marido y los hijos. Alfonso crece ante un padre que le inspira temor, más que respeto, y una madre frágil, cargada de hijos.

La trama no tendría nada original que mostrar si no observáramos en ella algunas de las técnicas narrativas de la novela moderna: los tiempos se trastocan, se ofrecen planos simultáneos, la voz principal usa de forma repetida un evento traumático para darle unidad a la narración. Aunque los acontecimientos no aparecen de una manera lineal, el lector ve crecer al niño Alfonso y convertirse poco a poco, en el hombre al que no quería parecerse en lo absoluto: su propio padre, un individuo egoísta, hipócrita e infiel.

En tono y corte realista, Señuelo se compone de capítulos muy pequeños, donde se alternan las voces de las mujeres engañadas, con las evocaciones que el personaje principal realiza de las féminas con quienes se ha relacionado. Las escenas sexuales son crudas, fuertes, y en varios de los casos, reveladoras de la educación sentimental en México.

El trasfondo, apenas dibujado, habla de la realidad petrolera en el país, en un intento por fijar un tiempo histórico, con algunos comentarios sueltos acerca de los acontecimientos sociales y económicos, estilo que se trasluce en otras novelas de la autora.

La pieza narrativa logra su cometido: un perfil sociocultural del mexicano promedio en lo que se refiere a su vida en sociedad, la novela es un retrato de familia de clase media en la segunda mitad del siglo XX, aunque la trama se sitúa también en los primeros años del siglo XXI. La institución del matrimonio se resume, al adquirir al paso de los años, una imagen: “Nos quedamos solos en la casa tu padre y yo. Parece que nos hubieran cerrado la puerta por fuera llevándose las llaves.” La visión es desesperanzadora, aunque real.

Quizá las nuevas formas que se han ido adoptando en México sean retratadas en breve por una novelística tan convincente como la de Señuelo, donde de acuerdo con datos estadísticos del INEGI durante los mismos años de la escritura de la novela, las mujeres ya no se casan sino hasta los 24 años en promedio, el número de hijos se redujo de cinco a dos y la jefatura en los hogares ha crecido considerablemente, ya que las esposas aceptan cada vez menos la infidelidad y la violencia física o verbal, fenómenos que por siglos se conservaron ocultos.

La temática de esta historia, afortunadamente, va perdiendo vigencia, aunque en nuestros pueblos de tierra adentro, lo hace con lentitud.

 

(Silvia Quezada)