Aguinaga, Luis Vicente de (2017). Qué fue de mí. Guadalajara: Mantis Editores.

Estamos tan acostumbrados a la cotidianidad y al paso del tiempo, que no solemos prestar atención a los pequeños detalles que se encuentran entre ambos. Es decir, dejamos correr los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y los años, sin detenernos a pensar en todo lo que construye y da forma a cada uno de ellos. Sin cuestionarnos: ¿qué ha sido de nosotros? ¿Qué significa para nosotros el paso del tiempo? Y, ¿cuál ha sido nuestro paso por el tiempo?

Estas preguntas, se las responde Luis Vicente en los poemas que conforman este libro. Aguinaga, a través de sus versos, nos cuenta cómo ha sido y qué sentido tiene para él, el correr de la vida. Luis Vicente profundiza en la cotidianidad de sus días y de sus etapas, mostrándonos que, hasta el suceso más insignificante o pequeño, se convierte en parte de lo que somos, de nuestra historia, y de nuestro andar.

Qué fue de mí, está dividido en cinco secciones. Dentro de las cuales, el autor va dejando fragmentos de sí mismo, desde su infancia, hasta su presente; permitiéndole al lector adentrarse en sus emociones, y ser parte del viaje que lo ha llevado a ser quién es y a ser quién fue. En este sentido, Luis, consigue, a mí parecer, que su obra funcione como un espejo: el lector transita por el camino de Luis Vicente y, al mismo tiempo; por el propio. Cada poema, es como una llave que abre las puertas de la reflexión, del análisis, y también de la nostalgia que constituyen la vida del lector. Es una invitación a profundizar en la cotidianidad del día a día, a mirar con atención todo lo que ocurre, porque hasta lo más mínimo cobra importancia. Es hacer un viaje partiendo de la niñez, hasta el aquí y ahora, pasando detenidamente por los momentos que más nos han marcado y volverlos un rompecabezas, para así, poder reconstruir la memoria en un intento por imitar al poeta, y conseguir traer de vuelta aquellos detalles, que quizás en su tiempo prefirieron insertarse directamente en el inconsciente, olvidando incrustarse primero en nuestros ojos; sin que ello signifique que desaparecieron o nunca existieron. Por el contrario, se quedaron ahí, como pequeñas partículas que buscamos rescatar en un intento por armar el poemario de nuestra propia existencia: tal y como lo logró Luis Vicente con la suya. Qué fue de mí, es entonces también una inspiración para explorar hasta el último rincón de nosotros mismos. La meticulosidad de Aguinaga al plasmar sus experiencias en los versos nos recuerda que estamos hechos de un corpus de aromas, personas, espacios, objetos, situaciones: todo forma parte de lo que somos y de lo que hemos sido.

Leer que fue de Luis Vicente de Aguinaga es leer que fue de ti. Es encontrar tu reflejo y hacer una lectura de tus emociones, vivencias, y experiencias, guiado(a), por las de él. Es navegar en él y navegar en ti; atendiendo siempre al llamado que hace el autor en cada una de sus poesías.

 

(Alejandra Ángeles)