Rosa Margarita Ibarra Rodríguez, narradora de lo infantil y juvenil

Existencias: ¿Cómo fueron tus inicios en esto de la literatura, cuáles fueron los escenarios donde también te forjaste?

Rosa Margarita: Mis inicios como escritora fueron a una edad temprana, ya que más que escribir empecé contando historias. Me recuerdo en la primera etapa de la primaria, segundo, tercer año, contando cuentos a mis compañeras, cuentos que leía. Mi inicio en la lectura se dio porque mi padre «olvidó» un libro que había comprado «Los dioses de la Mitología Griega» y lo empecé a leer para contar historias a mis compañeras del colegio. Después sentí la necesidad de crear mis propias historias, las inventaba y las iba guardando en mi mente. Había pasado mucho tiempo cuando comencé a escribir una novela que se llamaba «Tiempo de morir» (que nunca terminé).

Después entré a un taller literario que creo que son lo máximo en cuanto a críticas (feroces a veces), pero que te van haciendo crecer.

Ingresé al taller del poeta y escritor, Artemio González García, en el Ex Convento del Carmen. Simultáneamente, tomé el taller con la maestra Carmen Romo en la Casa Museo López Portillo. Ahí descubrí que mi “voz literaria” era escribir para niños.

En año 2004, salió mi primer libro publicado por la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, se llamó La cobija azul y otros cuentos, el cual tuve la fortuna de presentar en Mazatlán, Sinaloa, en la ya desaparecida Feria del Libro y las Artes.

De allá me traje una convocatoria y me enteré que había un concurso de cuentos infantiles. Llegando a Guadalajara, me puse revisar lo que tenía y vi que me faltaban realmente muy pocas cuartillas para completar el volumen requerido, lo completé y lo envié.

Mi sorpresa fue ganar el primer lugar del premio Valladolid a las Letras y reafirmar que mi vocación de escribir tendría que ser siempre para niños.

Existencias: ¿Cómo ha sido la evolución de tu escritura en todos estos años?

Rosa Margarita: Mi evolución ha sido constante, a partir de que el Sistema Valladolid, para el cual trabajo, me dio la oportunidad de que mis libros fueran leídos en todos los Colegios del país y fueran utilizados como libro de lectura. Esto me provocó tener la responsabilidad de crear textos que pudieran dejar algo en los niños, valores, enseñanza, aparte de pasar un rato ameno. Un cuento bonito sin que se note que es didáctico.

Como ejemplo, te puedo contar la historia de un niño que es golpeado por un anuncio que cae y el texto contiene muchas palabras con “h” y con “ch” y al final nos divertimos buscándolas.

Existencias: ¿Tu proceso creativo, cómo se da, lo induces o aparece por sí mismo?

Rosa Margarita: Mi proceso creativo se da a través de observar, amar lo que hago, pasión por contar. Cuando cuento, cuando escribo, observo a la gente, sobre todo a los niños, “me pongo en sus zapatos”.

Cada vez que cuento o escribo una historia, pienso en lo que me hubiera gustado que me contaran a mí cuando era pequeña o lo que me hubiera gustado leer.

Mis historias están llenas de fantasía, de realismo mágico, de recuerdos y de nostalgia adecuados al tiempo presente. Actualmente estoy terminando un cuento de una gatita que era negra y que de repente se encuentra con un gato que fue su amor en el pasado, el gato la ve diferente, la ve muy blanca y ella le dice que vive con una mujer sola y en tiempo de pandemia la mujer colocó en la entrada de su casa un tapetito lleno de cloro y la gatita se fue despintando, por eso es de ese color. Adecuar, observar mucho, hacer historias de cada personaje que me encuentro en la calle, embelesarme mirando a las personas. ¿Qué piensa? ¿hacia dónde va? ¿por qué tiene esa cara de felicidad? ¿ese brillo en los ojos? Y utilizar esos recuerdos en el momento en que la musa hacedora de historias se manifieste ante mí, para crear un personaje y darle vida a través de la letra escrita y la palabra.

Existencias: Hay una palabra que gusto de exponer: “Activista” y en una lógica, casi matemática, desglosando esa “ecuación”, activista es aquel que activa algo inactivo. Con esa premisa, ¿te consideras “activista”?

Rosa Margarita: ¡Claro que me considero activista! porque a través de la palabra y de los cuentos intento fomentar en los niños el placer de la lectura, la curiosidad por el conocimiento, sobre todo en este tiempo difícil que nos tocó vivir después de una pandemia, de tantos distractores como el celular, la tablet, la computadora, que en su momento fueron muy necesarios para sobrevivir encerrados por las condiciones que hemos vivido todos, creo que es el momento justo de activar de nueva cuenta la lectura, la fantasía, el amor por las letras, porque un niño puede viajar por todo el mundo a través de la palabra escrita.

Los niños de antes teníamos libros y leíamos por placer.

Con la modernidad y la tecnología que invade nuestros hogares esos libros han quedado olvidados.

Me considero activista porque al contar veo las caras de asombro de los niños. Me encanta contar para los chicos de secundaria, porque aunque estén en diferente nivel escolar, siguen siendo niños y le siguen gustando los cuentos. He visto con mucha satisfacción que algunos de ellos retoman el hábito de la lectura.

Soy activista en pro del fomento a la lectura al contar cuentos de una manera lúdica y al escribirlos también.

Existencias: ¿Qué planes tienes en lo inmediato y a largo plazo?

Rosa Margarita: Mis planes a corto, mediano y largo plazo son, hasta cierto punto, ambiciosos. 

Escribir por supuesto, no dejar de hacerlo, escribir siempre para niños, porque es la línea que me gusta, en la que me siento muy contenta, muy cómoda y siento aportar un granito de arena, porque a todos nos gusta que nos cuenten cuentos.

Mi vida, mi pasión y mi proyecto es contar cuentos, primeramente en mi ciudad, en mi Estado, en mi país, y después, por qué no, el mundo entero.

Supongo que en todos los lugares del mundo, niños y adultos, disfrutan de un cuento bien contado y yo me sé muchos cuentos.

Quiero prepararme más, leer mucho, contar cuentos infantiles, de terror. No me gusta utilizar el término «para adultos», prefiero decir cuentos para todas las edades.

El público más difícil de mantener quieto, escuchando un cuento son los niños. Es una gran satisfacción para mí lograr captar su atención y por supuesto, contar para los adultos, que al final de cuentas son quienes adquieren los libros.

Ese es mi proyecto de vida, a corto, mediano y largo plazo: contar cuentos, no dejar de escribir y nunca permitir que mi niña interior desaparezca.

(André Michel)