Ruth Escamilla Monroy, transcribiendo sus observaciones sobre papel

 

Existencias: ¿Cómo fue tu incursión en el mundo de las letras? ¿Hubo algo, alguien que detonó en ti ese “llamado” a las letras?

Ruth Escamilla Monroy: Mi primer cuento publicado fue “La banca”, quedó en la selección del concurso “Guadalajara en la memoria”. Habían participado 117 narraciones y la mía estaba entre las 24 que fueron incluidas en un libro titulado como el concurso. Mi cuento trataba de reproducir algunas de las voces que pueden escucharse en una banca instalada en la calle, adosada al muro de una vivienda. Incluía desde los pregones de carros con bocinas que venden remedios maravillosos, hasta conversaciones, sonidos de la radio y pensamientos. Me sentí muy afortunada. Recibí buenos comentarios de Silvia Quezada, a quien había empezado a admirar cuando yo estudiaba Letras y quien fue fundamental para la realización de este certamen. El primer lugar lo obtuvo Gabriela Torres, narradora que años después se convertiría en mi maestra de cuentos en su taller “Letras tintas”.

Existencias: De ese momento éxito, a la fecha, ¿cómo ha sido tu evolución, tu camino?

Ruth Escamilla Monroy: Haber sido seleccionada para esa compilación, me animó a seguir escribiendo, más con la invitación que recibí por parte de Berónica Palacios para integrarme al Taller práctico de narrativa de rOBERTO vILLA. Me encantó el reto de escribir un cuento por semana y compartirlo cada viernes. El maestro me dio mucha confianza y empecé a enviar textos a publicaciones. Me integré al equipo de la revista Papalotzi y aprendí mucho. Después tomé más talleres con él, con Guillermo Samperio, Gabriela Torres Cuerva, Beronica Palacios y Dante Alejandro Velázquez. Participé en dos concursos nacionales de la universidad en la que trabajaba, obtuve un segundo lugar y un primer lugar en mi categoría. Hice una pausa en la escritura de cuentos, pues me enfoqué mucho en la docencia. Viví un año en el extranjero. Allá disfruté de una buena dosis de poesía en español. Al regresar a México, me inspiró la costumbre del escritor Felipe Garrido de publicar un poema al día, por lo que seguí leyendo poemas y escribí varios que llevaban una unidad temática. Tomé un taller de poesía sobre la ciudad con el maestro Ernesto Lumbreras. Finalmente, en 2019 publiqué En la punta de la lengua, mi primer poemario. Agradezco a “Ediciones el viaje” y a Marco Antonio Gabriel quien me apoyó mucho con la difusión, además de invitarme a colaborar en la conducción de su programa “El viaje radial”, lo que me permitió seguirme empapando de literatura contemporánea. Participé en ferias, lecturas y encuentros. Al iniciar el año 2020 llevé mi poemario “En la punta de la lengua” hasta Santa Ana, California, donde fui escritora invitada del Círculo literario Arymex.

Después del poemario quise armar un libro de cuentos, tenía muchos, por ello busqué los que podían integrarse en un material uniforme. Así surgió “De viajes e inventarios”, título que forma parte de la “Colección Caníbal”, de “Ediciones el viaje”. Incluye 25 narraciones, algunas muy breves, a las que llamo “Inventarios”. Vio la luz en noviembre de 2022, 20 años después de que mi primer cuento fuera publicado. Al iniciar el 2023, el libro le hizo honor a su título, porque tuve la oportunidad de presentarlo en “La casa del hule”, en Colima y en la Biblioteca Nacional de Panamá. Es como un sueño que continúa, ya que en abril será leído en el Club de lectura 2.0, proyecto dirigido por la Dra. Silvia Quezada, para establecer un puente entre voces mexicanas y panameñas. Hay 800 integrantes en ese club, así que me entusiasma mucho tener diversas visiones lectoras de mi trabajo. La sesión se realiza por internet, así que sé que las

fronteras se desvanecen. A la Dra. Quezada le agradezco de corazón la recepción y difusión que le ha dado a mi producción escrita.

Existencias: ¿Cómo se da tu proceso creativo? ¿Lo induces, provocas algún momento o lugar?

Ruth Escamilla Monroy: Para escribir, el hecho de vivir me inspira, captar el mundo con los sentidos, tener la capacidad de observar, de escuchar. Me gusta mirar en silencio. Anoto las ideas que se van generando. Sé que me serán útiles en algún momento. Disfruto mucho acercarme al arte en sus diferentes manifestaciones, pues de ahí también surge la creatividad. Por supuesto, los libros son motores. Sin leer me sería muy difícil escribir. De hecho, la lectura es la base de los talleres “Una provocación a la escritura”, en los que acompaño procesos creativos de narrativa y poesía. Impartirlos me ha ayudado para afinar detalles de mis propios textos. Una vez terminados, es importante compartirlos, que sean leídos o escuchados por otras personas para poner a prueba su eficacia y así seguirlos puliendo.

Existencias: Tengo una “ecuación”, por así decirlo, para procurar explicarme. Para mí, “activista es aquel que activa lo inactivo”. En ese sentido, ¿te consideras “activista”?

Ruth Escamilla Monroy: No creo. No sé si yo active algo que estaba inactivo. Cuando la gente se acerca a los talleres que dirijo ya trae la inquietud de escribir, yo sólo le ayudo a seguir por ese camino. Cuando comparto mi gusto por la lectura, no creo que los oyentes hayan estado inactivos. Me parece que el interés está, ya lo tienen, si no, no se acercarían a escuchar. Más que activar, me gusta compartir.

Existencias: ¿Qué planes tienes en mente, en el corto, mediano y largo plazo?

Ruth Escamilla Monroy: A corto plazo, seguir en la promoción de mi libro, organizar más presentaciones dentro y fuera de Guadalajara. A mediano plazo, trabajar en un poemario con el tema de la muerte y en otro con poemas sobre distintos lugares que he tenido la oportunidad de visitar, los cuales me han impactado y por esa razón deseo celebrarlos con palabras. También tengo en mente un material para niños inspirado en la observación de la naturaleza. Lo imagino con texto e imagen, necesito dedicarle un poco más de tiempo.

A largo plazo, otro libro de cuentos. En el primero me tardé casi 20 años, este largo plazo no puede extenderse tantísimo, claro, pero sí va a llevar tiempo crear una segunda colección.

 

(André Michel)