Carrillo García, Juan Manuel (2017). El sudor de los caballos. Guadalajara: La zonámbula.

Mi particular experiencia con la lectura de esta obra ha resultado muy grata; la trama mantuvo mi interés por los acontecimientos que se iban presentando en la historia personal del personaje, este adolescente que desde su nacimiento y hasta su último aliento guarda un vínculo especial y cercano con los caballos: Hermenegildo Carrillo Aguirre, quien llegará a transformarse en general de división con sesenta y cinco años de servicio activo reconocidos. Una larga vida, en la cual vive un destino que en parte construyó él y en parte se vio obligado a enfrentar. Por otro lado, puedo decir que esta novela provocó una conexión con el sentimiento de ser mexicana confrontado con esa parte de la memoria histórica que, según percibo, lamentablemente vamos olvidando; el esfuerzo consciente de los grupos humanos por encontrar su pasado, sea este real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto. No solo para la fijación de fechas, hechos y procesos históricos o de interpretación, ni para afirmar la llamada historia oficial o verdad políticamente correcta, sino esa memoria como la que aquí ha recuperado el autor, que nos devuelve las historias particulares de hombres y mujeres reales que tuvieron esperanzas en un mundo distinto, que sintieron miedo y fueron valerosos para enfrentar los hechos, aunque no pudieran en muchos momentos conectarse con lo que la historia oficial llamará después “la verdad” y a pesar de que muchas veces solo podían confiar en su brújula moral interna.

Sentí la necesidad de ir acompañando al personaje principal a lo largo de cada uno de los eventos por los que atravesaba, no solamente en cuanto a su biografía, sus relaciones, amistades, amores, sino en sus vivencias, reflexiones y diálogos con otros personajes acerca de asuntos varios, lo que se reconoce como “valores temáticos”. En esta parte de mi presentación me permitiré compartir con ustedes parte de la prosa de Juan Manuel que toca algunas reflexiones en donde, para mí, vale la pena detenerse: sobre la traición y la lealtad: “Muy a su pesar llegó a la conclusión de que los leales al gobierno son los mismos traidores” (98)las implicaciones de la obediencia: «Para obedecer se necesita detener la cabeza y correr atrás del corazón. Para mandar, se necesita detener el corazón y correr atrás de la cabeza» (…) «Una orden en la batalla puede encerrar la victoria o la derrota, la gloria eterna o el olvido, la vida o la muerte. Mandar en la batalla es hacerse cargo de la vida de los subordinados. El que ordena en el campo de batalla deja de ser él para convertirse en todos.» (105)

Honor militar, patriotismo y lealtad, saliendo de los labios del general Felipe Ángeles, anidaron muy fuerte en su mente, acariciaban su corazón. Todo lo demás le mordía las entrañas. Estaba lleno de maldad y de traición escondida tras insignias militares y en discursos huecos. En ambiciones desmedidas y en ansias de poder.» (111); las cosas de la ética: «Las historias que se hacen tras un Máuser, con el dedo en el gatillo y el miedo en las entrañas, no se pueden contar. Los que ahí han quedado se llevaron las palabras al mundo del silencio.» (123)

Desde el primero hasta el último evento en la vida de Hermenegildo, está atravesado por la presencia de los caballos. No solo son personajes en muchos momentos de la trama, sino que se constituyen en todo un símbolo. «Sobre los lomos de los caballos se ha ganado la Revolución Mexicana.» Se menciona en una parte de la obra. Y mucho antes, cuando Gildo nacía en un verde rincón de Jalisco, ya El Indio resollaba gordo cerca de mamá Luisa quien al percibir los sudores agrios y el olor del animal, sintió como una caricia tranquilizante.

Boxer es el memorable caballo prieto estrella, grandulón, duro de rienda y pesado, que no respondía rápido a las órdenes de los jinetes. Medio matalote, fuerte de grupa y de encuentro, aunque remetido de los aplomos, lento en la carrera, y que sin embargo, salva un gran obstáculo, salvando así la vida de su jinete en la Misión de “El Capulín” donde Gildo y su grupo estaban sitiados.

Quiero terminar con una cita de la obra “Felipe Ángeles” de la escritora mexicana Elena Garro, que siento que le da sentido a este final:
La política no es un fin: la Revolución no es un fin: son medios para hacer hombres a los hombres. Nada es sagrado excepto el hombre. Hay algo frágil, débil, pero infinitamente precioso que todos debemos defender: la vida. Ustedes, mis antiguos compañeros de armas, creen que miento y yo no tengo más prueba que ofrecerles que mis palabras, mis actos y, cuando este juicio termine, mi vida.

 

(Carolina Aranda Araiza)