Arreola Zúñiga, Virginia (2010). De color del ámbar. México: Archivo Histórico Municipal de Zapotlán el Grande.

La creación literaria surge a partir de una aguda capacidad de observación y de análisis que se combinan con una sensibilidad especial cuyo producto final es, en este caso, la prosa sencilla y amena de Virginia Arreola.

La vocación literaria nace junto con ella al calor de una familia inclinada a la lectura y a la cultura en general y, además, con habilidades artísticas innatas. Desafortunadamente, en tal época no se dio el apoyo hacia la formación literaria profesional que Virginia Arreola anhelaba.

No obstante, la semilla ya estaba sembrada, debía germinar y gracias a la necesidad incontenible de la expresión escrita, ella siguió su impulso creativo. Desde su temprana juventud, y a lo largo de su vida en medio de las actividades domésticas de esposa y madre, de las penas y gozos que la vida obsequia a cada uno, Virginia Arreola ha sido seducida por las musas insistentes que sigilosas se acercan, tocan su sensibilidad y guían su espíritu inquieto hacia la manifestación escrita.

De tal manera, estudiando las técnicas literarias y escuchando a su fecunda imaginación, se fueron llenando de libretas plagadas de textos, de ideas, de correcciones y de múltiples anotaciones que sólo un escritor exigente consigo mismo, bajo una severa autocrítica, va acumulando con el paso del tiempo como producto de su quehacer literario. Al mirar esas antiguas libretas, ya desgastadas por el paso del tiempo, no puede uno sino sentir cierto respeto ante esos manuscritos con aquella letra cursiva, impecable y elegante, aprendida por Virginia Arreola en su más tierna infancia en el Colegio de religiosas donde cursó su introducción elemental.

La fidelidad más perdurable es la de uno miso hacia su propio espíritu y Virginia Arreola jamás ha traicionado a su vocación literaria. Gracias a ello, con amorosa dedicación ha mecanografiado sus escritos en hojas ya empalidecidas a través de los años y que hay son rescatadas de los viejos estantes donde fueron conservadas por ella, como un tesoro que por fin ve la luz para deleite de sus lectores.

Virginia Arreola escribe sobre temas diversos; su vasta imaginación se ha nutrido a través de la memoria auditiva sobre sucesos reales acontecidos y escuchados en su infancia, se ha alimentado de su amor y respeto hacia la naturaleza, de la admiración por las tradiciones del Zapotlán de ayer y también (¿por qué no decirlo?) del sufrimiento humano.

El artista jamás escapa de sí mismo. La capacidad de asombro aunada a una fina percepción transforma los hechos cotidianos en bellas prosas que nos transmiten vívidas imágenes y sentimientos compartidos con la autora.

Hoy, Virginia Arreola nos obsequia a través de la letra impresa que nos hace evocar su voz cadenciosa y sus excelentes dotes de narradora, este regalo producto no sólo de su intelecto sino de su corazón sensible y soñador.

Disfrutemos como ella lo ha hecho al ir creando, palabra a palabra, cada texto; “escuchemos” la voz femenina que nos comparte imaginación y sentimiento.

 

(Bertha Alicia Ochoa Ornelas)